PR   AB-20

   

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            Se inicia el camino tomando la carretera en dirección a Bogarra. Justo al abandonar las últimas casas del casco urbano, dejando a la derecha la piscina y la pista polideportiva; a la izquierda de la carretera sale un camino que conduce a las eras de San Miguel. Se continúa por él, teniendo la precaución de no subir a las eras, sino de tomar el que va bajando por la ladera, hasta llegar al vallecillo situado al pié de las eras en su cara norte. El camino por él es de una tierra arcillosa de color rojizo intenso. Cruzamos el Río Matilla -formado de la cercana unión del de La Fuente del Roble y del de Las Acequias- y comenzamos a ascender hasta un carril en buen estado. Giramos a la izquierda y apenas lo andamos unos escasos diez metros, pues ya vemos en el margen derecho el camino que va ascendiendo en la ladera del cerro Pino Blanco, dejando a su derecha El Batán. No tardamos mucho en encontrar la Fuente de los Bandoleros, a la que accedemos cruzando el arroyo de Casa Segura, al que van a parar también las aguas de la fuente, en la que podemos descansar y refrescarnos, a pesar de que apenas llevamos andados unos tres kilómetros. El paraje merece la pena, es un lugar escondido -de ahí el nombre- y resguardado de los rigores del sol veraniego.

             Seguimos nuestro camino, ascendiendo, para encontrar en apenas un kilómetro Casa Segura. Hermoso lugar, en el que vemos las ruinas de un cortijo grande, construido de espaldas al monte y dando cara a un prado hermoso que, en el momento que lo andamos, está plagado de flores silvestres. El viajero levanta los ojos, se recrea contemplando las vistas de la casa, del prado, de la cumbre arriba y de las eras que vieron en inicio de nuestro camino, junto a Paterna. 

            Pero el camino invita a seguir, a pesar de que es ahora cuando nos exigirá un esfuerzo suplementario, para ascender unos 200 metros, en apenas kilómetro y medio, para llegar a la Cumbre, por el Collado de la Cañada. Estamos en la cuerda del Almenara, que separa las aguas hacia la vertiente mediterránea -hasta ahora- y hacia la vertiente atlántica -a partir de ahora-. Desde aquí la vista alcanza lejos, los pulmones se llenan, las venas se ensanchan y los sentidos se recrean en el placer a todo vigor.

             En la Cumbre encontraremos un carril en buen estado, que habremos de tomar a nuestra derecha, para en unos metros optar por la izquierda en la bifurcación. No es difícil encontrar caballos libremente abrevando en las fuentes de estos parajes, los cuidan y los aman unos vecinos del cercano Cortijo de Los Tajones. Comenzamos a bajar suavemente por el camino que se desliza acunado entre las alturas de su izquierda: Cerro de Las Palomas, Loma Alta y Cerro de las Calenturas; y las de su izquierda: Majada de las Vacas, Cerrajón y Cerro Bartolo; hasta llegar al Refugio del Mal Paso -romántico nombre-; al que llegaremos unos dos kilómetros y medio después, y tras haber tomado el camino asfaltado con el que topamos hacia la derecha. Esta es una zona habilitada para la acampada, con todos los servicios necesarios para ello. Habremos de indicar que a primeros del mes de Agosto -cuando andamos este camino- todavía no hemos encontrado a ningún caminante ni campista. Si para el encuentro con la naturaleza, se busca la soledad, éste es el lugar preciso.

             A unos escasos 800 metros del Refugio, encontramos en la misma orilla de la carretera, un curioso ejemplar de hermanamiento botánico: el Pino-Roble. A poco más de kilómetro y medio, se une a nuestro camino -por la derecha- la Vereda de la Huesa, que sigue junto a nosotros sin dejar el asfalto hasta llegar, sin posible pérdida, a Peñascosa, por terreno llano que poco a poco se va abriendo más.